No es que sea infantil,
Ni que reivindique el niño que llevo dentro,
Ya que como hombre que soy
Sería incapaz de aguantar este
Ni cualquier otro tipo de embarazo.
No es que me haya quedado estancado en mi niñez,
Aunque aún sonría como Guillermo “El travieso”,
Lo cual ha hecho que mucha gente, a Dios gracias,
No me tenga en mucha cuenta.
Tampoco es que viva en un mundo para lelo,
Ni que me extinga o escaquee más de la cuenta
De mis responsabilidades.
Sólo es que cuando llego a casa
Después de una agotadora, o no,
Jornada de trabajo,
Y leo junto a Irene
Ricitos de Oro,
Constato que ambas tienen muy claros
Sus objetivos.
Sólo es que cuando ya ambas duermen,
Y leo el Marvel que me corresponde,
Me admira el sentido del humor con
Que Spiderman se enfrenta a sus antagonistas,
Y eso sólo puede ser porque le encanta su trabajo.
Sólo es que me enamora con qué ternura
Batgirl zurce su traje de superheroína
Después de un anodino día, o no, en la Biblioteca
De Ciudad Capital.
Sólo es que me congratula con qué eficacia
Hulk zanja sus problemas
Con la Administración
Sin necesidad de que estos prescriban.
Y no es que quiera ser como ellos, o sí,
Sólo es que simple y llanamente les necesito.
( De nubes y claros) Celya 2012 Mientras ellas duermen es un libro de cuentos de Javier Marías con el que me topaba muchas veces cuando llegaba al sillón de mi casa, y me repantingaba tras el trabajo o no trabajo. Que días para todos los gustos hay en la viña del Señor. Miraba anhelante su lomo, deseando que su título se hicieran realidad y el ruido de la casa cesara. Sonreía hacia mis adentros y yo me veía como un niño, aunque mi mujer me dijera que traía mala cara, lo cual seguro que era radicalmente cierto. Cuando leía el cuento de buenas noches a Irene, me pasmaban las decisiones tan categóricas que tomaba sin que le temblara el pulso, y rezaba porque nunca fuera mi jefa. Una vez dormida, me iba un rato a leer mis cómics, y devorando a Hulk y a Lobezno me daba cuenta de lo dura que es la vida del autónomo, pero también de los ratitos tan buenos que me regalaban cuando conseguían ser libres, por muy agotadas y heridas que estuvieran sus cuerpos y sus almas.