LAS HUESTES DE LA GUERRA
Este poema está inspirado en los versos de la composición de James Joyce I hear an army, (Oigo un ejército).
I hear an army charging upon the land,
And the thunder of horses plunging; foam about their knees
(Oigo un ejército sobre la tierra, estruendo de caballos cargando; con espuma en sus cascos)
James Augustine Aloysius Joyce, celebérrimo autor del Ulises y Dublineses, libros que por sí solos son toda una literatura, nació el 2 de febrero de 1882 en Dublín y murió en Zurich en1941.
Sus primeros poemas se publican en 1907 bajo el título de ChamberMusic (Música de cámara). De aquí sacó Ezra Pound el poema Oigo un ejército que aparece en la antología Des Imagistes. Los imaginistas eran un grupo de poetas que dan un valor esencial a la imagen y al poema como una totalidad. Una pieza musical sin alardes ni adjetivos superficiales, sin adornos ni explicaciones superfluas, con claras resonancias de los jaikus y los ideogramas japoneses y chinos. Ritmo, imagen, evocación en la que como decía Hulme la propia imagen es el discurso
Joyce estaba de profesor de inglés en Trieste cuando estalló la primera guerra mundial; los austrohúngaros le permitieron salir y acogerse a la neutralidad suiza de Zúrich, igual viaje hizo, esta vez desde París en 1940 tras la invasión alemana en la segunda guerra mundial.
Las huestes de la guerra
Ya retumban las huestes de la guerra
Ecos de un estruendo tranquilo y acompasado
Delinean intuiciones a través de la ventana
de nuestro horizonte
Espumas secas para un mar
blanco y secreto
Ya se acercan las huestes de la guerra
Sus vientres pletóricos
acarrean correajes que son autopsias de vida
Sus diálogos sordos de polvo y saliva
roturan un sendero que es limo para las bestias
Ya están aquí las huestes de la guerra
Acuchillan el aire
con un rojo temblor
que hace parpadear el Tiempo
Asumen un atardecer
que escupe caballos
como flechas de hueso y venas
Qué hermosa es la muerte
discurriendo por cuerpos
plenos de vida ajena
Estallando a cámara lenta
a premiosos borbotones
como olas obesas que agonizan
Cincelando animales violentos y extremos
sinceros como un disparo
Piafantes en su dolor
rebosado de vida
Para que el poeta
inerme de duelos
Asaetee su poema
con versos estériles
Esta mañana sin nubes
en la que ya nada importa
amparada su pluma
por un sol de injusticia.
Inédito en libro (2020) Decía el escritor José María Valverde, traductor de Ulises, en el artículo James Joyce, una víctima del lenguaje (edición impresa de El País, 14 de enero de 1991): “Si tras la Primera Guerra Mundial a alguien que le preguntaba cómo le había ido en ese tiempo Joyce se limitó a contestar: "Ah, sí, he oído decir que ha habido una guerra mundial por ahí", la segunda -según dicen- le pareció una perversa conjuración general para que la gente no leyera su recién publicado Finnegans wake. (…) Semejante boutade podría tomarse como un sarcasmo contra el mundo: si toda guerra es monstruosa, ésa era especialmente estúpida (...) Pero la reacción de James Joyce no iba por ahí, sino que tenía algo de huraño encogimiento de hombros por parte de aquel obseso entregado a experimentos de lenguaje.”. En todo caso, la historia suele mostrar que los poetas, salvo honorables excepciones, suelen ser malos soldados. Por eso yo me los imagino escribiendo hermosos y estériles versos cuando ya nada importa.