A la mañana siguiente de la muerte de Cástor, su hermano Pólux se levantó inmortal.
Contempló sus hábiles manos inmortales, sus poderosos brazos inmortales, su acerado pecho inmortal y sus flexibles y torneadas piernas inmortales.
Se sentó unos minutos y meditó sobre ello, sobre su inmenso poder y su inmensa fortuna.
Luego se levantó y se dirigió al lago, se lavó su inmortal cara y se vio reflejado en las eternas aguas de Tíber, deteniéndose a admirar con embeleso sus profundos e inmortales ojos y su níveo e inmortal rostro.
Se quedó durante unos instantes contemplando el reflejo contrapicado de su corpórea inmortalidad y meditó sobre ello.
Acto seguido, se dirigió hacia el bosque con el fin de comer algo para saciar su inmortal hambre. De camino se topó con una gallina que empollaba un huevo, suscitándosele la inmortal duda de si comerse primero el huevo o la gallina; la gallina, posiblemente consciente de su cuita, sin dejar de empollar, le habló así:
— No olvides que el hecho de ser inmortal no es sinónimo de ser todopoderoso. Deberías saber, como ser nacido de un huevo que eres, que la cáscara es la tierra, la clara el agua, la telilla de la membrana el aire y la yema el fuego; pero la quintaesencia es el punto rojo del sol, el embrión corazón de la yema en el que empieza la gestación. Y ese punto, tan nimio como inabarcable, sí es origen y destino de cada poder. Tú has nacido del huevo de los subios. Eres el quinto ser que se ha impuesto a todos los elementos. Todo en ti es inmortal. ¿Pero todo en ti es todopoderoso?
Y entonces Pólux, elevó su vista al cielo, y se puso a meditar durante un tiempo indeterminado, que sabiamente aprovechó la gallina para escabullirse con su huevo bajo un ala. Pólux interrumpió su inmortal duda a causa del inmortal rugido de su estómago que no hizo sino recordarle su inmortal hambre.
Tras saciarse con diversos alimentos animales y vegetales que le ofrecía el bosque, Pólux, ya con su inmortal estómago ahíto meditó de nuevo, y de viejo, sobre las palabras de la gallina.
Meditó y meditó y se dio cuenta de que sus pensamientos también eran inmortales, pero sobre todo llegó a la inmortal conclusión de que el inmortal recuerdo y la inmortal pena de no tener a su lado a su mortal hermano Cástor le resultaban insoportable e inmortalmente mortales para su espíritu.
Así fue como Pólux llegó al dudoso acuerdo de cambiar su implacable inmortalidad por dos tolerables vidas mortales, renunciando a su inmortalidad nadapoderosa.
Y desde entonces, Cástor y Pólux vivieron un día sí un día no, una hora sí una hora no, un minuto sí un minuto no, un segundo sí un segundo no, en este cielo e infierno de los hombres que es la tierra, como todos los mortales, a la espera de que la todopoderosa e inmortal muerte les trajera, o no, la esperanza de un futuro al menos tan pleno y todopoderoso como su mortal vida.
Inédito en libro (2019) Los gemelos inseparables. Castor y Pólux. Hasta donde puede llegar el amor por uno mismo o por el otro. La inmortalidad como privilegio o como castigo. De diferentes padres, Castor y Pólux eran conocidos como los Dioscuros (hijos de Zeus). Pólux fue agraciado con el don de la inmortalidad. Debido a que eran inseparables, cuando Castor murió, Pólux rechazó su inmortalidad para no permanecer separado de su hermano.